MISION:
Formacion integral de personas para que sean constructores de su propio destino, autocriticos
con la capacidad del servisio a la comunidad y bases tecnicas para tener acceso a la educacion
superior y al desempeño laboral.
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VISION:
El colegio tecnico vicente azuero sera un lider en su entorno social, tecnico, cultural y deportivo
autoproyectandose para que se genere sus propios discursos, interactuando con la sociedad de
sana convivencia.
miércoles, 21 de octubre de 2009
miércoles, 14 de octubre de 2009
LA METALISTERIA

Metalistería
Artículo de la enciclopedia
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Esquema
Introducción; Orígenes de la metalistería; Características de la metalistería; Técnicas de la metalistería; Tipos de metalistería
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Introducción
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Metalistería, nombre dado en el campo de las bellas artes y las artes decorativas al trabajo de objetos de valor artístico, decorativo o utilitario, realizado a base de uno o varios tipos de metal —incluidos los preciosos— por fundido, martillado, soldadura o combinación de esas técnicas.
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Orígenes de la metalistería
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A lo largo de la historia los metales se han utilizado como material para la elaboración de objetos tanto utilitarios como decorativos. En el siglo I a.C. el trabajo de los metales de mayor uso actual —hierro, cobre, estaño, plomo, oro y plata— ya tenía tras de sí una larga historia que había comenzado unos diez mil años antes con el trabajo del cobre. La distinción entre metales preciosos (oro, plata y, desde el siglo XVIII, platino) y no preciosos (hierro, cobre, estaño y plomo) procede de las antiguas civilizaciones del Oriente Próximo y de la Europa prehistórica. El oro y la plata, considerados sagrados por los adoradores del Sol y la Luna, estaban en un principio reservados para usos religiosos rituales, fabricación de objetos para templos y para la joyería, así como para los utensilios ceremoniales de figuras semisagradas como los faraones del antiguo Egipto, los reyes-sacerdotes de Oriente Próximo y los jefes tribales europeos desde España hasta el Cáucaso. A medida que estos materiales tan apreciados se hicieron más abundantes sirvieron para proclamar el rango social de un grupo más amplio, la elite de cada sociedad: su nobleza y sus grandes guerreros. El uso del oro y de la plata se extendió al adorno personal, a las pertenencias de cada uno como los utensilios para comer y beber, las armas y a otros objetos, e incluso a piezas de mobiliario como espejos, pies de lámpara, sillas y camas. Poco a poco fueron adquiriendo un valor intrínseco que acabó por expresarse en las primeras monedas, discos de oro y plata con una estampación que emitieron los lidios en Asia Menor en el siglo VII a.C. Pronto el concepto de acuñación se extendió por todo el Oriente Próximo y llegó a Grecia y desde entonces las monedas siempre han sido consideradas en la doble vertiente de objetos bellos al mismo tiempo que valiosos. Los metales no preciosos como el hierro y el bronce eran apreciados por su resistencia, en especial para armas y herramientas; el cobre, el estaño y el plomo empezaron a emplearse, sobre todo por su utilidad o durabilidad, para objetos de cocina, almacenamiento o para reforzar todo tipo de construcciones de madera. En la antigüedad se descubrió que los metales tenían la propiedad particular de poder mezclarse o alearse en diversas combinaciones y proporciones para conseguir materiales mejores para fines diversos. De la mezcla de cobre y estaño se obtenía bronce y de la de plomo y estaño, peltre. El ingenio y el conocimiento científico cada vez mayor han explotado esta propiedad de los metales durante los últimos 2.000 años, de tal forma que, aunque todavía es común el uso de las denominaciones hierro, cobre, plomo, plata y oro, casi todos los productos metálicos son, en realidad, de aleaciones muy cuidadas y complejas. Sin embargo, dentro de las bellas artes y las artes decorativas los metales se han utilizado en su estado natural o en aleaciones sencillas.
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Características de la metalistería
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Hay ciertas características que comparten todos los metales: superficie lisa uniforme, gran resistencia y durabilidad, así como maleabilidad (capacidad de poder trabajarse para obtener casi cualquier tipo de forma). Esta maleabilidad inherente a los metales hace que se puedan trabajar por presión cuando están en estado sólido o con moldes cuando se licúan por calentamiento. Además, los metales son reciclables (a diferencia de la piedra o la madera) ya que pueden fundirse y aprovecharse para hacer nuevos objetos. Esta propiedad fue muy valorada tras el descubrimiento de la fundición (extracción del metal calentando el mineral), que data de mediados del quinto milenio a.C.
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Técnicas de la metalistería
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Las técnicas para trabajar los metales se desarrollaron muy lentamente y, durante mucho tiempo, estuvieron en relación con el progreso de la metalurgia (extracción de una masa de metal de la tierra). Hoy día los expertos sostienen que la metalurgia no se desarrolló hasta que los seres humanos no adoptaron un tipo de vida sedentario, caracterizado por la agricultura y la cría de ganado. Parece ser que donde primero se dieron estas condiciones fue en la zona del noreste de Persia, donde abundaba el cobre, las rocas ricas en metal, la malaquita (de la que se puede obtener cobre) y los bosques que proporcionaban madera, es decir, energía para los hornos. Los persas desarrollaron los fundamentos de la metalistería utilizando el cobre de la zona y variando las técnicas para aplicarlas a otros metales a medida que los fueron descubriendo. Hoy, por lo general, se acepta la teoría de la difusión: las técnicas se desarrollaron en el noreste de Persia pero los productos, y probablemente también los productores, se fueron desplazando poco a poco hacia otras áreas gracias al comercio y a la emigración. Las técnicas se difundieron hacia las civilizaciones del valle de Mesopotamia, a través de la zona occidental de Persia y la costa mediterránea oriental hasta llegar a Egipto, hacia el norte de África y de allí hasta España. Una segunda ruta partía del oeste de Persia a Anatolia y desde allí, cruzando el Helesponto, hacia Europa. Esta difusión comenzó alrededor del quinto milenio a.C. y continuó durante más de 2.000 años.
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